En el siglo XVIII las señoras y señoritas de Cádiz usaban miriñaques para dar un vuelo artificial pero elegante a sus faldas, y ese artilugio necesitaba una estructura rígida de varillas para mantener abierta la falda, por lo que molestaba la parte inferior de los balcones.
( Por eso esa forma tan peculiar y elegante de los balcones gaditanos )
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